20/5/11

Héroes y leyendas de las carreras de pollos

LA RECOMENDACIÓN    
  HERALDO.ES

  POR ANTÓN CASTRO 20/05/2011 a las 10:22

José Antonio Adell y Celedonio García publican un libro sobre ‘Las carreras de pedestres de Aragón. Tres siglos de imágenes’, que incluyen músicas para las pruebas de Pepín Banzo.

Portada de 'Las carreras de pedestres de Aragón. Tres siglos de imágenes'.

Celedonio García y José Antonio Adell eran rivales en el atletismo aragonés y especialmente en las carreras de pollos populares. Eran como Sebastian Coe y Steve Ovett. Celedonio era y es de estatura media, rápido y fibroso. José Antonio era y es esbelto y largo, de poderosa zancada. Se batían en la meta, pero también, cuando no eran cabeza de carrera, pugnaban por las jugosas primas del acelerón en una de las vueltas. De aquella rivalidad surgió una gran amistad y un montón de proyectos en común: Adell y García, García y Adell han escrito de casi todo: de historias de amor, de bandidos (apuran ahora un libro para Siruela), de pueblos, de brujas, de tradiciones populares, y dentro de esta disciplina tan inagotable se han interesado por las carreras de pollos, que existen al menos desde 1609, que se organizaron después de la gran misa.

Adell y García acaban de publicar un nuevo volumen: ‘Las carreras pedestres de Aragón. Tres siglos de imágenes’ /UNESCO / ANUE, 2011. 62 páginas. Incorpora un CD con músicas de Pepín Banzo). Recuerdan que las “carreras de pollos” o “carreras de gallos” han formado parte de los juegos tradicionales: solían celebrarse en las fiestas patronales, casi siempre el penúltimo día, en las fiestas de cofradías, o en el día de la República. Se realizaban en la era, en el camino, en la carretera, en el campo de fútbol, en la plaza mayor (algunas tan características como la de Chodes o la de Ricla, donde acudió en 1975 el gran Mariano Haro) o en la plaza de toros. Por citar un ejemplo, en 1928, el coso de la Misericordia fue testigo de una prueba entre Ignacio Latorre y Dionisio Carreras, el gran corredor de Codo que fumaba y bebía y que fue noveno en la maratón de la Olimpiada de París de 1924. La prueba fue a las tres de la tarde y fue el preámbulo a varios combates de boxeo. El cartel anunció la carrera como un ‘Extraordinario match-reto a 40 vueltas’. Durante muchos años, los atletas corrían descalzos y casi todos los pueblos tenían a su ídolo, que enfervorizaba a sus paisanos y provocaba ruidosas rivalidades que se amplificarían con el fútbol muchos años después.

Las carreras se celebraban en casi todos los localidades. Los autores citan más de medio Aragón. El premio eran tres pollos: Adell y García exhiben algunas fotografías donde se ve al ganador con los tres animales, que solían colgarse en alguna peña o en algún lugar estratégico. Esta modalidad deportiva y popular ha tenido un amplio eco literario y pictórico: Francisco Marín Bagüés, Juan José Gárate y Julio García Condoy pintaron escenas muy diferentes; Ricardo del Arco, Luis López Allué, Crispín Botana (seudónimo de Cosme Blasco) o Miguel Allué Salvador, entre otros, les dedicaron ficciones a los atletas.

José Antonio Adell y Celedonio García cuentan un sinfín de historias de corredores, de fiestas, de la propia ceremonia. Por ejemplo, y eso ha vuelto a recuperarse, tras la victoria el campeón tenía derecho a pedirle a una moza que saliera a bailar mientras tocaban los músicos o un dulzainero tan famoso como Manuel Blasco. Cita a grandes corredores, como el legendario Mariano Bielsa, ‘Chistavín de Berbegal’, un ‘andarín de cuenta’ que empezó a hacerse muy famoso tras vencer –en plaza de toros de Zaragoza en 1882- al italiano Achiles Bargossi, ‘El hombre locomotora’, del que se decía que fue “el hombre que fundó el arte de correr en Italia”.

Mariano Bielsa fue reclamado de toda España, de diversos países europeos y de América, estuvo en Chile y Argentina, en Siberia y Estados Unidos, y fue capaz de vencer a varios caballos. Las carreras entre hombres y caballos también formaban parte del espectáculo. Otro corredor muy importante fue Antonio Balaguer, conocido como ‘El rey de Andorra’, que llegó a vencer a principios del siglo XX a ‘Chistavín de Berbegal’; también corrió en París y Londres contra equinos con resultados favorables. Otro corredor muy valioso fue Alejandro Pérez ‘El cartujano’, campeón de España de maratón y récord de la prueba durante una década. Ni más ni menos.

El volumen está lleno de fotos de anteayer, de ayer y de hoy. Y de historias repletas de humor. HERALDO contó en 1931 que en Mainar (Zaragoza) ocurrió lo siguiente: “También tuvimos el gusto de admirar la corrida pedestre que tres ancianas de la localidad se disputaron un pollo que el Ayuntamiento concedió. Por contar ochenta y uno, ochenta y siete y noventa y cinco años cada una de las corredoras, llamó la atención del público extraordinariamente, en particular la de ochenta y siete años, que llegó al término de la corrida dando vueltas y bailando como en sus mejores tiempos”.

Felizmente, las carreras de pollos siguen vivas. En los pueblos aún se oye “la corneta y el alarido pregonero”. Empieza la carrera.
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